Aventura 3: Princesita o no ?

Las apariencias no son siempre lo que parecen...

Esto es una realidad patente en todos los aspectos de la vida pero sin duda, mucho más en los temas que se desarrollan a puerta cerrada y cuando nos pensamos que no nos escuchan. Y es que, quién no tiene su lado social o público y su otro lado, el privado o intimo, ¿en el que no nos esforzamos en ser tan perfectos o tan rematadamente seguidores de lo esperado socialmente?.

Y esto no sólo nos afecta a los que tenemos asumido que nunca llegaremos a finalistas de un concurso de belleza o maestros del protocolo, también está presente, como un virus o una lacra en los más distinguidos productos que pare nuestra sociedad.

Vamos, que hasta las princesas son un poco sapas cuando se trata de sexo ( y aunque no lo sepan, también roncan a pierna suelta tras una borrachera aunque la copa cueste 15 euros).

Como seguro ya habréis imaginado, en el mundo que es nuestro piso de estudiantes o emancipados de bolsillo cosido también tenemos a la “Princesita”: la chica que en un principio parece ignorante del cruel mundo de aprietos económicos y de suciedad y polvo; que no puede juntar las proteínas y los hidratos de carbono o que coge el estropajo con dos deditos de manicura perfecta mientras se pregunta cómo es posible hoy en día que no vaya incorporado de serie una cocinera para la tarea de lavar los platos. Su ropa aparece magníficamente extendida ocupando todo el sitio, mientras tu tienes que colgar tus trapos (por que en comparación tu no tienes ropa, tienes trapos) por la lámpara y las sillas adornando los muebles como si fueran un árbol de Navidad. Acapara el teléfono durante largas horas (menos mal que las llamadas a nacionales no vienen reflejadas en la factura que si no le daba un sincope a mi madre ¡gracias Jazztel!) llevándose el teléfono a su habitación y provocando frecuentes tropezones de los que circulamos sin carnet por los pasillos con prisa para ir en metro a la facultad pública con los miles de currantes, “asardinados” en vagones sin aire acondicionado sufriendo el olor corporal del vecino de barra.

Bueno, la princesa que nos acontece, tiene también su lado oscuro que se ve un poco más claramente cuando acude su caballero de reluciente armadura (véase, su novio) y la habitación se cierra a cal y canto.

Como nuestras paredes son puro papel (y del barato) y tenemos que tener cuidado que de un golpe no convirtamos el piso en un loft, podéis suponer que lo que nos separa de una comuna es la costumbre de aplacar nuestros instintos más básicos, procurando realizar ciertas actividades reprimiendo ruidos que puedan molestar a vecinos y compañeros de tabiques. “Princesita” no es consciente del pequeño inconveniente de los tabiques (seguro que en su palacio de origen, las paredes son paredes) así que nos hemos acostumbrado a ignorar sus conversaciones privadas o la tele de su cuarto. Pero, también somos humanos y a ciertos ruidos que es muy difícil ignorar y ante los que intentas disimular, como mínimo, la risa, más avergonzado tú de escucharlos que ellos en proferirlos.

Y es que “Princesita” se convierte en una verdulera más cuando se trata de gemir o hacer comentarios obscenos durante sus actividades amorosas (hay que ver los rodeos y eufemismos para no ser soez en el blog).

Edit de Esteban: Para los que, como yo, no saben lo que es 'soez', pues yo traduzco el párrafo anterior: vamos que la tía pija va gritando cosas como "ohhhhhhhhhhhhhhhh ahhhhhhhhhhhhhhhh, siiiiiiiiiiiiiiii, ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh, Si Javierrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr [nombre ficticio]". Si si hay tantas o mas r, o, i, y a, en los gritos originales. Cris siento ponerme en tu historia, pero es que todos no somos tan cultos como tu...


Estaba yo estudiando (sí, hay algunos que tenemos que poner los codos a las tantas de la noche, por exigencias de guión) cuando comienzo a escuchar ciertos jadeos al otro lado del tabique. Como hay cierto respeto por aquellos con los que sobrevives en común; inicialmente intenté volverme sorda e idiota mientras esperaba que los jadeos no me hicieran memorizar cosas ajenas al temario impuesto. Pero es muy difícil obviar los “Uhmm, sigue, sigue… Díos!” “ Ahhhgg, Ahhggg. Noooo!! Espera”. Vale, no sigo que algunos os animáis con cualquier cosa.

Edit de Esteban: ver lo anterior si se quieres mas excitación !

Ya me veis a mí aguantando la risa, “auto ahogándome” con el cojín, y lamentando no tener la grabadora para inmortalizar el momento. Y, ¿por qué no?, deseando que llegara Esteban para que presenciara la escena que mi calenturienta mente imaginaba al otro lado de lo centímetros que separan mi habitación de la de la Princesita. Una cosa es ser espontaneo y otra, intentar despertar al piso entero gritando de esa forma. ( No me quedaba claro si se lo estaban pasando bien o la estaban torturando). Hubo momentos que me sentí tentada de acercarme en mi condición de profesional sanitario a ayudar a los heridos. Una que tiene mucha vocación. Tras media hora de concierto gratuito ( casi aplaudo al final. O ella exagera o él debe ser un Dios en la cama. Hay cielo, con lo competitiva que me pongo en estos términos y las ganas que me entran escuchando según qué…).

Y al día siguiente yo, con ojeras pero de buen humor, desayunando delante de ellos, después de mi examen, hablando del tiempo y sonriendo de oreja a oreja en mis adentros. Y es que…cómo es la vida!!!